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La nueva relación entre la financiación y el LED, un “love affair”

Un ahorro energético de hasta el 80% y una vida útil muy superior a la de las tradicionales lámparas de sodio, son razones de peso para que un CFO ame las lámparas LED. Sin embargo, a pesar de la evidente reducción de los costos de operación, la inversión inicial hace que muchos CFO sean reticentes al cambio, por lo que claramente se necesita un nuevo modelo financiero que allane el camino.

Llegados a este punto, los responsables financieros en las empresas o en el sector público buscan exactamente lo mismo: incrementar el retorno de la inversión para mejorar el ‘cash flow’ de su organización. En concreto, los CFO buscan inversiones que requieran un gasto de capital mínimo y ofrezcan un retorno máximo.

Con un potencial de reducción del costo energético de hasta un 75%, la iluminación moderna ofrece excelentes retornos de la inversión, pero el problema reside una y otra vez en la inversión inicial. No se puede obviar que la instalación de iluminación LED energéticamente eficiente es significativamente más cara que la basada en lámparas tradicionales, por lo que aunque los CFOs podrían inclinarse por los ahorros que puede ofrecer el LED, la mayoría simplemente no tienen el capital requerido inicialmente.

Aunque la financiación ajena es siempre una opción, y existen un número creciente de fondos de inversión y opciones de financiación disponibles, la realidad es que muchos CFO rehúsan seguir esta vía ya que un endeudamiento adicional puede tener un impacto negativo en el valor de la acción.

No obstante, la solución a este dilema está al alcance, y se utiliza desde hace tiempo en industrias tan variadas como la aviación o la construcción de obra nueva. El modelo funciona utilizando un vehículo de propósito especial (SPV, en inglés), que permite actualizar la iluminación sin tener que realizar una inversión por adelantado y sin ser considerada deuda financiera. En esencia, una SPV es una entidad creada por el proveedor de la iluminación que asume la propiedad de los activos de iluminación, y los alquila mediante un sistema de leasing al usuario final: éste paga una cuota fija mensual y, al término del periodo de alquiler acordado, tiene la opción bien de quedarse con los activos, bien de devolverlos

La grandeza del modelo es que, para el consumidor final, es un sistema que se autofinancia. No hay inversión inicial y el usuario retiene la mayor parte del ahorro, incluso después de contabilizar la cuota mensual. Teniendo en cuenta que en el caso de actualizaciones de la iluminación los periodos de amortización son cortos, y que además se tiene la opción de adquirir los activos por un porcentaje de su costo original (usando los fondos generados por el ahorro energético), se trata de un escenario ‘win-win’ para cualquier CFO.

Para ilustrar esto, tomemos el ejemplo de una gran cadena minorista que pretende modernizar la iluminación de 800 tiendas utilizando LEDs energéticamente eficientes. En este caso (dependiendo del precio de la energía y del tipo de iluminación actualmente en uso), el ahorro energético podría rondar €1.3 m por año. Es más, dado que la iluminación LED es una solución del tipo “instálela y olvídese de ella”, podríamos añadir unos € 1.9 m adicionales en ahorros de mantenimiento y operación. Incluso después de deducir un pequeño porcentaje por el costo del leasing, es evidente que el ahorro anual es muy significativo, y puede usarse tanto para potenciar el cash flow como para adquirir posteriormente los activos.

En el ejemplo, el periodo esperado de amortización sería de unos 3 años, tras los cuales el ahorro obtenido se podría reinvertir en el negocio de la forma que se considere oportuna. En el caso de aplicaciones de iluminación más intensivas, como hospitales o tiendas abiertas 24h, la amortización puede ser incluso más rápida.

El modelo SPV es seguramente familiar para muchos CFOs, en particular en el sector público donde se usa a menudo para financiar grandes proyectos, pero para otros puede ser un territorio inexplorado, por lo que hay todavía trabajo que hacer para demostrar el potencial de este modelo de financiación e imaginar cómo podría aplicarse a la iluminación.

Parte del reto es que la industria de la iluminación ha estado tradicionalmente muy fragmentada, habiendo diferentes proveedores para la fabricación, el diseño, la instalación, el mantenimiento, etc. Con la llegada de los LED y la tecnología para el control de la iluminación, estamos asistiendo a un alisamiento de la cadena de suministro: por ejemplo, GE Lighting está desarrollando soluciones que abarcan el paquete completo, desde la financiación a través de una SPV hasta la instalación y mantenimiento, lo que supone que sean eficientes desde el punto de vista de costo y de consumo, incluso sin considerar las características adicionales y las mejoras que pueden incorporarse a los sistemas LED a través del uso masivo de datos, o Big Data.

Dado que la tecnología de la iluminación está en continua evolución, la necesidad de adoptar nuevas estructuras financieras es cada vez más evidente. Para los CFOs, el modelo SPV les permite recoger los beneficios de la iluminación de bajo consumo sin comprometer inversiones de capital o financiaciones a largo plazo, lo que les da más razones para amar el LED.

 

Fuente | iluminacionprofesional.org

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